miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Asedio de Castelnuovo


Durante el siglo XVI, el Imperio Otomano tenía atemorizado a toda Europa. Éste Imperio de vastísima expansión ansiaba expandirse por Occidente. Ante este hecho, algunos países europeos decidieron crear la Santa Liga para poder hacer frente a esta gran potencia.
 
Una de las primeras intervenciones de la Santa Liga tuvo lugar en el año 1538 con la conquista de la pequeña fortaleza de Castelnuovo, en Montenegro, con la intención de hacer un desembarco y constituir allí un núcleo de fuerzas que extendiera en aquellas costas el predominio cristiano. Los aliados de la Santa Liga conquistaron la ciudad con facilidad y decidieron que ésta la controlara España.

Grabado de época de Castelnuevo en el siglo XVI, actual Herceg Novi (Montenegro)


Francisco de Sarmiento fue el escogido para que se asentara en esa fortaleza con unos 3.000 hombres correspondientes al Tercio de Niza. Estos, en caso de ataque, se encontraban desprovistos de toda ayuda ya que la fortaleza se encontraba lejos de los aliados y de los territorios españoles.

El sultán Solimán decide contratacar rápidamente ante la pérdida de la pequeña fortaleza.  El encargado para dirigir el ejército otomano fue el conocido pirata y almirante Barbarroja. Éste reunió en 1539 una armada formada por 200 velas, 150 galeras reales, bien armadas y provistas, y 70 galeotas, fustas y bergantines. El ejército estaba compuesto por 10.000 turcos y 4.000 jenízaros (tropas de élite turcas), y 30.000 hombres, con la caballería correspondiente
 

 Retrato de Barbarroja

Sarmiento, consciente de la respuesta inminente de los turcos, mandó reforzar las defensas, arreglar las murallas, afilar las armas y colocar trampas. No obstante, cabe destacar que los españoles eran muy inferiores en número y en piezas de artillerias comparado con la gran fuerza turca que acercaba.

A mediado de julio de 1539, Barbarroja llegó con su flota a la fortaleza de Castelnuovo. Tras desembarcar las tropas, el almirante otomano comenzó a preparar todo lo necesario para el asedio. Durante estos preparativos, las tropas españolas hacían salidas continuas con el fin de hostigar, en la medida de los posible, la moral y el número de las unidades turcas.

Consciente Barbarroja de que la fortaleza española se encontraba aislada y de que los españoles tenían pocas posibilidades de vencer, decició ofrecer a Sarmiento una rencición honrosa para evitar un gran derramamiento de sangre. Sarmiento rechazó esta oferta y según recoge la historiografía respondió a los turcos con lo siguiente: "Viniesen cuando quisiesen". 

Barbarroja, viendo la negativa española a su oferta, ordenó atacar la fortaleza con todas sus fuerzas. Los bombardeos de artillería se iban sucediendo con los ataques de la infantería y los jenízaros. Los españoles resistieron férreamente ante estos ataques, logrando causar graves bajas al enemigo. Tales llegaron a ser las bajas que el líder enemigo prohibió combatir cara a cara contra los cristianos hasta nueva orden. Y es que Barbarroja sabía que, si tenía paciencia, su poderosa artillería acabaría minando la moral y las vidas de los de Sarmiento.


Así pues, los turcos se limitaron, en el comienzo de comienzos de agosto, a ahorrar fuerzas y lanzar toda la munición posible sobre el castillo. A su vez, la meteorología se puso en contra de los españoles al cargar contra ellos, la lluvia que dejaba inutilizables los arcabuces. 

A sabiendas de la situación en la que se encontraban ya los de Sarmiento, Barbarroja ordenó, en la mañana del 7 de agosto, atacar la fortaleza y a sus últimos 600 defensores.  En aquel asalto final murió el líder de los españoles y gran parte de los pocos defensores que quedaban. 

Como era de esperar, las tropas españolas fueron derrotadas, pero el resultado final de la contienda no fue el esperado por parte de los turcos. Entre 12.000 y 20.000 se cifran las bajas turcas. Las bajas españolas se cifran en 2.800 mientras que 200 españoles fueron hechos prisioneros.

El Asedio de Castelnuovo pasaría a la historia como una de las batallas más heróicas, incluso llegó a ser rebautizada con el seudónimo de la batalla de las Termópilas Moderna.

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