sábado, 9 de noviembre de 2013

El Jardín de las Delicias, El Bosco

La semana pasada tuve la suerte de ver en el museo de Prado El Jardín de las Delicias de El Bosco. Yo ya sabía de la existencia de esta obra pero hasta ese momento no había tenía la suerte de ver el original. Es una obra que causa una gran impresión y no solo por sus vivos colores y por sus llamativos dibujos sino también por la simbología que guardan estos. Esto es lo que me ha llevado a dedicarle una entrada para que todos vosotros disfrutéis de la gran genialidad de este pintor.

El Jardín de las Delicias, El Bosco

Hieronymus Van Aeken Bosch (1450-1516), conocido en España como El Bosco fue uno de los grandes representantes de la escuela flamenca y su obra despertó un gran interés en el rey Felipe II. En su pintura el contenido es más importante que la forma, por lo que su estilo es más bien arcaico y contrasta con los otros pintores flamencos. Sus temas son alegorías de múltiples lecturas y significados, ya que parecen guardar relación con ideas alquímicas, sectas ocultas, supersticiones y creencias populares.

El tríptico cerrado muestra en grisalla el final del tercer día de la Creación. Arriba, a la izquierda, aparece Dios Padre con triple corona y un libro abierto. El mundo de El Bosco sigue las convenciones de la época: la tierra es plana, con agua alrededor y con abundante vegetación, rodeada de una esfera, con reflejos luminosos para dar la impresión de ser cristalina y traslúcida.



El interior del tríptico destaca por la brillantez de su color que contrasta con los tonos apagados de su exterior.  En la tabla izquierda se representa la creación de Adán y Eva por Dios, en un paisaje dominada por la Fuente de la Vida. Cerca de Eva merodean conejos, sapos y culebras, que probablemente simbolizan el pecado que se avecina. 



El panel central es el que da nombre al tríptico, conocido como El jardín de las delicias o La pintura del madroño está poblada por gran número de figuras humanas, animales, plantas y frutas. Las primeras desnudas a excepción de la pareja del ángulo inferior derecho, que se suele identificar con Adán y Eva tras la expulsión del Paraíso, ya sean hombres, mujeres, blancos o negros, generalmente aparecen en grupos o en parejas. Los animales reales o fantásticos muestran dimensiones muy superiores a las normales, al igual que plantas y frutas. No hay duda de que en esta tabla El Bosco representa al mundo entregado al pecado y muestra a hombres y mujeres desnudos, manteniendo relaciones con una fuerte carga erótica o sexual alusiva al tema dominante en esta obra, el pecado de la lujuria, aunque no sea el único. Por ejemplo, como se puede ver en la siguiente imagen, hay un hombre y una mujer que están dentro de una esfera de cristal aparentemete manteniendo relaciones y debajo hay un hombre asomando la cabeza, eso significa que la mujer de arriba le está siendo infiel y él carga con el peso del adulterio.

 

En el plano medio, El Bosco representa un estanque lleno de mujeres desnudas. Fuera de él, gira a su alrededor un grupo de hombres sobre cabalgaduras distintas, algunas fantásticas, alusivas a los pecados capitales. En el superior el pintor incluye cinco construcciones fantásticas sobre el agua, la central similar a la fuente de los cuatro ríos del panel del Paraíso, aunque resquebrajada. Se alude con ello a su fragilidad, al carácter efímero de las «delicias» que gozan los seres humanos que pueblan este jardín.
 


En el panel derecho, El Bosco representa el Infierno, el más impresionante de los conocidos del pintor, al que se suele llamar «Infierno musical» por la importante presencia de instrumentos musicales, utilizados para torturar a los pecadores que dedican su tiempo a la música profana.
 

De toda la escena, lo que más atrae la atención es el plano medio con la figura del hombre-árbol, asociado con el demonio, tanto por su color claro sobre fondo oscuro, como por su gran tamaño en relación a los otros seres representados. Si en el jardín de las delicias dominaba la lujuria, en el Infierno reciben su castigo todos los pecados capitales. 

 
Buen ejemplo de ello es el monstruo sentado en el primer plano, a la derecha de la tabla, que devora hombres y los expulsa por el ano (avaros). Sin duda alude a los glotones, al pecado de la gula, el interior del tronco del hombre-árbol, en el que los personajes desnudos sentados a la mesa esperan a que los demonios les sirvan sapos y otros animales inmundos, al igual que se destina a los envidiosos el suplicio del agua helada. Tampoco faltan castigos para los vicios censurados por la sociedad de la época, como el juego, o para alguna clase social, como el clero tan desprestigiado entonces, como se verifica en el cerdo con toca de monja que abraza a un hombre desnudo, abajo, a la derecha de la tabla.
 

Las interpretaciones son casi tan numerosas como elementos extraños contiene la obra. La más extendida considera a este tríptico como una sátira moralizante: el hombre al incurrir en el pecado original abandona el Paraíso para entregarse a todo tipo de vicios y excesos, cuyo desenlace final no puede ser otro que las torturas del infierno. 

Si te ha gustado esta entrada no dejes por ver Norton I, el Emperador sin Imperio o Incitatus, el Cónsul Caballo

 



2 comentarios:

  1. Una entrada impresionante. Un magnífico comentario, completísimo. El Bosco rompió con todas las tradiciones de la pintura, adelantándose al surrealismo, tiene por característica el colocar múltiples personajes e infinitas escenas simultáneas,. sin embargo en tu comentario no has dejado pasar ni una por alto. Un mérito realmente valedero Un gusto haber leído tu entrada. ¡Felicitaciones!.

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  2. Muchas gracias, me alegro que te haya gustado. Para mí El Bosco es uno de esos autores que rompen con su tiempo y elevan al arte a otro nivel. Esta entrada simboliza mi pequeño homenaje para él.

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